Tras pérdida del 95% de vida política, el Cártel Antorchista manda a sus seguidores a pedir limosna.
Una máxima popular en política señala que se puede engañar a parte de la población todo el tiempo o se puede engañar a todo el pueblo una parte del tiempo; pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.
Sin duda nadie sabe mejor la veracidad de la frase que los dirigentes de ese engendro mal llamado Antorcha Campesina.
Mire usted si no. A la organización de la flamita al viento no le fue nada bien en el proceso electoral de este pasado 6 de junio: Antorcha Campesina perdió en Salinas, Villa de Ramos, Mexquitic, Charcas, Villa de Arriaga y Villa Hidalgo.
También se quedaron sin la diputación del cuarto distrito y hasta le dijeron no a la reelección de su líder estatal, el pobre entre los pobres, el cuasi frugal franciscano, Lenin Campos Córdova.
Menos posiciones de poder, significa en los hechos menos acceso a recursos públicos y eso es precisamente lo que más le preocupa a la cúpula antorchista. ¿De qué va a vivir esta “pobre” gente?, se pregunta uno, que está aquí nada más de morboso espectador.
La respuesta no tardó en llegar y la propuesta de la dirigencia es que retomarán la estrategia de enviar a la gente a botear, es decir, en palabras francas y llanas, mandarán a su militancia a pedir limosna. Todo para seguir sosteniendo a la organización, es decir para que los dirigentes puedan conservar su alto nivel de vida.
Y es que mire usted, ¿cómo podrían los líderes seguir luchando por los pobres a través de la gestión de recursos con la panza vacía?, ¿cómo presentarse ante los desarrapados estando mal vestido?, ¿cómo llegar a las comunidades más apartadas en humildes carcachitas?
El reto es grande y por ello a los activistas les comunicaron que van a tener que dar una aportación “voluntaria” de entre mil 800 y 3 mil pesos de manera mensual para este mismo fin. Tal cantidad la deben reunir realizando diferentes actividades, entre ellas la ya mencionada de andar boteando en diferentes lugares.
Esto ha ocasionado claramente enojo entre los más fieles seguidores de la organización y es que les mencionan sus líderes que es hora de regresarle a la organización un poco de lo que Antorcha les ha dado. Es un pequeño sacrificio, les reiteran y reiteran sus preclaros dirigentes.
Quienes han recibido un bulto de cemento, una lámina, o algunos blocks mencionan que el cinismo de estos señores es muy grande, pues quienes al final lo que se han beneficiado de la gente son ellos.
No necesitan ir muy lejos para comprobarlo. Es evidente que de no tener nada, hoy los dirigentes antorchistas ya son dueños de autos de lujo, casas y tienen dinero en sus cuentas bancarias.
Aparte saben que quienes van a tener que andar de pedigüeños, de francos limosneros, son los de siempre, los de abajo, los líderes a gusto se dedicarán simplemente a verlos y a esperar para extender la mano para recibir las aportaciones “voluntarias”.
No debe ignorar la cúpula antorchista que la paciencia de la población tiene un límite y que cada vez resulta menos creíble la perorata de su dirigente el soporífero Aquiles Córdoba Morán.
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